Como todos los días, desde que su padre hizo un muñeco de nieve, se asomó esa mañana a la ventana. 
Era lo primero que hacía nada más levantarse. Saludar a su frío amigo. Cogía un taburete, se subía encima para poder verle bien y agitaba su manita dándole los buenos días.
Pero ¡oh, sorpresa! esa mañana ….. ¡no estaba¡ ¿Qué había ocurrido?
Salió corriendo entre sollozos buscando a su madre. Ella, intuyendo lo que pasaba, cogió a su hija en brazos intentando consolarla.
No llores, cariño, es natural. La nieve, es bonita mientras dura, pero no es eterna. En cuanto sale el sol, se derrite. Eso es lo que ha ocurrido.
Durante estos días, has podido ver y jugar con el muñeco de nieve pero , en cuanto ha empezado el calor, ha desaparecido, aunque… ¡ no del todo ¡
¿Ves ese árbol que tanto te gusta? Hace tiempo, en ese mismo lugar, tu padre y yo también hicimos un muñeco de nieve. Como el tuyo, en cuanto llegó el calor , se quedó convertido en un charquito de agua.
Pero…. ¿sabes qué ocurrió? Que esa agua se filtró por la tierra, llegó a unas raíces que estaban muy secas y tristes , las mojó y , con ello, ayudó a crecer a tu árbol favorito.
El nunca supo que creció fuerte y sano gracias a un muñeco de nieve.
Ahora, tú puedes balancearte en el columpio que te hicimos aprovechando sus ramas.Juegas al escondite gracias a su gran tronco. Te sientas a leer bajo su sombra…..