Estoy disfrutando con mis plantas.
Me gusta contemplarlas, ver cómo poco a poco van surgiendo las flores. Me parece un proceso bonito y curioso.
Me pasé semanas con la intriga de saber de qué color sería una de ellas.
Tan cerrada estaba que era imposible intuir lo que había en su interior.
Me llevé una alegría cuando un día me asomé a la terraza y vi que uno de los capullos se había abierto un poquito y se intuía un color rojizo.
Unos días más tarde iban abriéndose todas las flores y la jardinera iba cogiendo color, alegría y hermosura.
Lo veía en las plantas pero a la par pensaba en las personas.
Si se disfruta viendo la transformación de una flor ¡qué decir cuando se ve una lágrima transformada en sonrisa!
Hay que trabajar por ello, por ese jardín que Dios quiso, no a nuestro antojo sino como Él lo pensó.
No manipulando sino dejando crecer a cada persona siguiendo su proceso natural. No podemos pretender que una margarita se transforme en roble ni sacar naranjas de un peral.
Mucha hermosura oculta hay que por un motivo u otro se la impide crecer.
Pero no es tarea imposible.
Aquel que dijo de sí mismo que era Camino, Verdad y Vida, es también fuente de Agua viva, un Solete y un perfecto podador.✂️
Si no nos separamos de Él, si le dejamos trabajar, en un tiempito veremos un jardín florido y hermoso.
