Estaba sosa la comida, le añadí sal ¡menuda diferencia!
Ahora tenía sabor. Me quedé mirando al salero, me sentí mal, me hizo pensar en los ancianos.
¡Cuanta sal habrá encerrada en la soledad y cuánto plato soso vagando por el mundo! ¿No es esencial juntar ambos para que la vida tenga sabor?