Servir, sí, pero no de cualquier forma

Gasa y alcohol cogió mi marido para curarse una mini herida que se había hecho. Sentada estaba yo a su lado leyendo un libro de Dolores Aleixandre: «Esta historia es mi historia»
Absorta estaba en la lectura cuando oigo un ….. «vaya , se me ha olvidado la tirita». Pensé :  pobre, que faena, con la rabia que da cuando se te olvida algo y hay que levantarse a por ello . Pero luego cambié mi pensamiento por un : en cuanto termine este párrafo me levanto y se la llevo.

Estaba en esos pensamientos cuando recordé a la suegra de Pedro, aquella que curada de la fiebre, se levantó de inmediato, y se puso a servir. Me sentí interpelada por esas palabras. Cerré el libro y, de inmediato, fui a buscar la tirita.
Sé que él mismo se hubiera levantado a por ella, en el fondo no me lo pidió que lo hiciera, pero como le quería, me adelanté, me lo dictó el corazón.
Por el camino me iba diciendo a mi misma: » En verdad que la Biblia es lectura que engancha, que no deja indiferente, que cuanto más la lees más sientes que tu conducta hacia ti mismo y hacia los demás se va modificando».
Llegué con mi tirita. iba a decirle a mi marido : ahí la tienes cariño para, acto seguido, ponerme a leer, cuando recordé entonces a Jesús. Aquel que no vino a ser servido sino a servir y, pensando en El, me di cuenta que no podía servir de cualquier manera sino que, aunque sea llevar una tirita, tenía que hacerlo con cariño, amor, ternura, disposición, siempre pensando primero en el otro.
Así pues, no la dejé en la mesa sino que le quité el papel y esperé a que se limpiara la mini herida para ponerle yo misma la tirita.
Misión cumplida. Ahora sí, ya podía leer con la conciencia tranquila. Pero no. Se me ocurrió preguntarle si quería un zumo de naranja y allí que me fui a la cocina a preparárselo y, ya puestos, también le preparé uno a mi hijo.
Ahora sí, ahora ya podía leer. Pues no. Miré los papeles de la tirita, los restos de la naranja y pensé que también ellos merecían ser tratados bien.
No porque ya no me fueran útiles tenía que tratarles de cualquier manera y dejarles en cualquier sitio u ocuparme de ellos después. Así pues, limpié los vasos, tiré la basura (cada cosa en su sitio) a la par que le di gracias a Dios por aquellas naranjas y aquella tirita que, en ese instante, me había sido tan útiles.
ya puestos, también le di las gracias por mi marido y mi hijo.
No, en verdad, no se puede servir de cualquier manera. Sea poner una tirita, hacer una cama, una llamada de teléfono, comprar el pan…. hay que hacerlo con cariño, con entrega, ilusión y si, además, se hace con alegría y humor, ¡genial!
Y no solo hacerlo de cara a los demás sino aunque estemos solos en casa y no nos vea nadie.

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