Espejito, espejito..

espejoAyer por la mañana me miraba al espejo mientras me peinaba y pensaba: » La verdad es que esta cara seguramente no la volveré a ver hasta la noche. En casa veré la cara de mi familia pero no la mía. Por la calle, en el trabajo,  veré a amigos, conocidos… Con muchos rostros me tropezaré a lo largo del día, pero el mío propiamente dicho será el que menos vea.»

Por la tarde hablaba con una amiga por teléfono cuyo rostro no veía, pero escuchaba su voz.

Por la noche leía un libro. Me gustó mucho lo que leía pero desconocía la cara del autor.

Llegó la noche y pensé qué extraños somos los humanos. Cuánto tiempo nos pasamos dedicados a una imagen que no vemos y, sin embargo, qué poco a lo que sí sentimos: la voz, los gestos, las palabras…

Destinamos horas y horas para lograr estar perfectos por fuera, pero ni un instante nos paramos a pensar en lo que decimos, en cómo lo decimos, en si es necesario decirlo.

¡Cuántas personas habrá en este instante sufriendo  pensando que tienen unos Kg de más, pasándolo mal porque no les guste su pelo, su nariz, su estatura….»

Lo mucho que cambiaría todo si en vez de estar tan preocupados por el espejo del baño usáramos el espejo del alma

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