Imaginando una conversación por WHATSAPP
Grupo : Conversando entre amigos
Teófila se ha unido (T)
Jesús se ha unido (J)
José Luis Martín Descalzo se ha unido (J.L)
T: No sé qué me pasa. Tan pronto me siento animada con ganas de hacer cosas como todo lo contrario.
J.L : Eso me recuerda el artículo que escribí en mi libro razones para la esperanza: “ El Arcangel caracol”.
T: ¿lo dices porque ando despacito? . Estos días estoy algo fastidiada con la pierna.
J: Teófila, Teófila..
T: Vale, Jesús, a tí no hay quien te engañe. No es por la pierna, lo sé ¿Es por mi actitud? ¿mi falta de decisión?
J.L:. Te recuerdo las palabras que escribí: Nos domina el miedo. ¡Cuantas veces nos arrinconaríamos dentro de nosotros mismos si contáramos con esa concha protectora en la que refugiarnos¡
T: Je je Je, Si, eso me suena familiar.
J.L : Sin embargo, dentro están nuestras armas: las alas de oro de la inteligencia; el escudo de plata de la voluntad, la lanza viva de la palabra, las sandalias rojas del coraje. Están ahí, dentro, dormidas, casi sin usar, ¡Qué pocas veces desenvainan los hombres sus almas!.
T: ufff, cuesta imaginarse así. Me identifico más con el caracol, no me veo con todas esas armas que mencionas. Además, dudo que las tenga.
JL: Las tienen, son enormes y magníficas pero están anestesiadas. Como paja que humea y no arde.
T: Si, ese es el problema, a veces sólo siento mi corazón reducido a cenizas y pienso que siempre va a estar así.
J: Esa es la cuestión. Cambia de chip. Destierra de tu corazón las palabras negativas y tajantes: No, nunca, y jamás . Si quieres luz en tu corazón y tu alma tendrás que empezar a pensar en : Todavía.
T: ¿Todavía?
J.L: Si, No hay más base para confiar que esa palabra que a mí me parece la más hermosa de nuestro idioma: Todavía.
Todavía Dios nos ama, todavía estamos vivos, todavía puede el mundo cambiar, todavía alguien va a querernos, todavía, todavía.
T: Empiezo a entender porqué tu libro se llama razones para la esperanza, ya me siento un poco menos caracol aunque no me veo todavía con alas, escudo, lanza y sandalias.
J: Teófila, Teófila
T: Lo sé, lo sé, otra vez poniendo excusas,
J.L: No es importante la baba que se dejó por los caminos, sino el alma, que ningún camino nos podrá arrebatar si nosotros no nos resignamos a perderla.
T: ¿Sabes Jose Luis? Creo que en el fondo sé que tienes razón pero tengo miedo y por eso no hago mas que ponerme excusas y pensar en negativo en vez de dejar que salga a flote todo lo positivo que haya en mí.
J: Por ahí, no. No vas bien por ese camino. Reza, confía y sube al trampolín, es hora de saltar.
T: ¿saltar? ¿y desde un trampolín?
J.L: Si. Falta el gran salto. Sólo lo realizan y se salvan los atletas, los que se atreven a vivirse, los que cada mañana y cada tarde saltan desde el sueño a la existencia. De ésos será el reino de los cielos y lo mejor del reino de la tierra: la alegría.
T: Lo dices con tanto ánimo Jose Luis, que casi estoy por ir a por la camiseta y empezar a entrenarme para llegar a la meta. Voy a tener que releerme de nuevo tus libros.
J: No, no es tiempo de leer, ahora un libro no , mejor coge las zapatillas y echa a andar.
T: ¡Vaya! ¡ No ha colado!
J.L ¡Ánimo hermana caracol!: las alas, el escudo, y la lanza están dentro. No se ven, pero esperan. Los caracoles-atletas mostrarán un día los arcángeles invisibles que eran. Sólo falta saltar, hermana caracola.
T: Una duda… Si cojo las zapatillas y echo a andar ¿me llamaré Teófila calzada?
J: no importa el nombre, no influye el calzado. Para volar, hace falta decisión y lanzarse.