Zapato de cristal sólo había uno. Sólo una podía ser la elegida
No ocurre lo mismo con el “zapatero de Dios”. Es enorme. Tiene tantos zapatos como personas hay. Todos diferentes, todos personalizados. No hay dos iguales. Tiene un diseño especial para cada uno.
No hay que esperar un baile, una ocasión especial, para poder ponérselos.
Ocasiones de bailar, de ponerse un traje espectacular, hay pocas, pero momentos de estar con el Príncipe, lo son todos.
No hace falta ir a una fiesta para sentirse especial. La misma sensación se puede tener en la cocina, incluso, aunque se te queme la comida.
Lo importante no son los zapatos, el vestido. Lo importante, es la pareja, No esperes a que ocurra algo especial para ser feliz, ya ha ocurrido. Desde que abriste los ojos, Dios quiere ser tu compañero, tu pareja en la vida: ya sea fregando, cogiendo el autobús, en la compra, en…
No te preocupe no saber bailar, si le dejas, El te marcará los pasos.