Hablaba con un amigo. Al ver que reincidía en cosas del pasado me dijo: olvídate, éso, ya pasó, ahora tienes que vivir el momento presente. Me contó una historia:
Un señor que trabaja en una fábrica de velas. Van pasando por una cinta y cuando llegan a él tiene que ir encendiéndolas como quiera: con un mechero, con cerillas, con otra vela…
Esa era su única misión: ir encendiendo velas. Cada vez una, la que tenía delante. Tenía que tener cuidado para que no se le pasase ninguna porque la cinta no se detenía, seguía corriendo.
Parecía fácil la misión pero al llegar a su puesto de trabajo se le ocurrió mirar al fondo de la cinta y pensó: ¡La de velas que hay que encender, menudo trabajo¡
Entre tanto, la cinta había empezado a correr. El hombre seguía pensando: “no me va a dar tiempo a encender todas las velas «:
Primera vela que pasó por su lado sin ser encendida, segunda, tercera…
“No puedo, no puedo hacerlo” “Es mucho trabajo para mí”
cuarta, quinta… De repente, miró hacia el otro lado.
“Caramba, qué torpe soy, por estar quejándome, las velas han ido pasando sin encenderse”
sexta, séptima ¿Qué voy a hacer ahora?.
Una voz le dice: Olvídate, eso ya no tiene remedio. Empieza ya mismo con la vela que tienes delante porque si no, se te van a acumular las que ya has dejado pasar con las que aún puedes encender.
Si, pero fíjate, con la ilusión que tenía, que inútil soy….
Octava, novena..
No te quejes y enciende la vela. Ésa es por la única que tienes que preocuparte, por la que ahora, tienes delante.
Si, pero ¿qué hago con las que he dejado pasar? Ahora ya no puedo encenderlas.
Décima, undécima… ¡Olvídalo!, enciende la vela de una vez.
El señor reaccionó. Se centró en lo que tenía delante. Dejó de pensar en lo que todavía no había llegado a él y tampoco pensaba en lo que ya había ocurrido. Encendió la duodécima vela y de ahí en adelante la luz ya no se apagó.
Me encantó la historia, pero tiene un problema. Bueno, tal vez a vosotros no os pase, pero a mí si me ha ocurrido. Ahora veo velas por todas partes.
Esta mañana iba a encender el ordenador y me he dicho a mi misma: Esta vela, no. Ahora toca otra, hay que “encender el desayuno”.
Iba después a mirar el WhatsApp y me he vuelto a decir: Ahora no. Antes hay que ir a “alumbrar la nevera” Está vacía, los mensajes después, primero toca hacer la compra.
También ha cambiado la forma de analizarme a mi misma. Según he abierto los ojos me he preguntado: ¿Cómo estás hoy? ¿sigues apagadita? ¿tienes luz? ¿hay que prender la llama? ¿te quemas? ¿hay que echar leña al fuego?.
Bueno, si de velas se trata, hay que pensar en el ya cercano adviento. Se acerca la Navidad. Esa Luz si que es importante. ¿Nos dejaremos iluminar por ella? ¿Seremos luz para los demás? ¿seguiremos despistados e iremos dejando pasar oportunidades que tenemos junto a nosotros soñando con las que nunca llegarán, con las que ya pasaron?
Que La Luz, que pronto va a nacer, te alumbre a ti, a tu familia y a tu hogar, no sólo en Navidad sino siempre, especialmente en los momentos de oscuridad