Sí, quiero contagiarte.

Me decía una persona hace poco: “No me acerco, no quiero contagiarte”.

En ese instante en el que yo escuchaba esas palabras, estaba triste, le notaba a él contento. No me hubiese importado que sí se acercara y me contagiara su espíritu animoso. Luego comprendí que hablaba de la gripe, así que preferí que, ciertamente, mantuviese las distancias . 

Pensaba después en ello. Me daba cuenta que muchas personas tenía a mi alrededor griposas pero no tantas estaban alegres.

¿No sería genial que se contagiase la alegría con la misma rapidez que se contagia la gripe?

 A muchas personas he oído decir lo mismo: No me acerco, no quiero contagiarte. A muy pocas, por no decir a ninguna, he oído decir lo contrario:

Estoy contento/a, feliz, alegre, así pues, me acerco, quiero contagiarte.

Aproveché esos días que no tenía mucho ánimo para empezar a leer de nuevo. Hacía tiempo que no leía y cogí un libro sobre el Papa Francisco: “Darlo todo, darse todo”.

Una de  las múltiples anécdotas que cuenta me hizo gracia:

La madre de Francisco al saber que su hijo quería estudiar medicina le arregla un cuarto para que pudiese estudiar. Cuando entró por primera vez en él se lo encontró lleno de libros de teología, extrañada,  le preguntó a su hijo: ¿no te ibas a dedicar a la medicina? Contestación que recibió: “Sí pero a la medicina del alma”.

¡Vaya si lo ha cumplido! Aunque supongo que cuando pronunció esas palabras no sospecharía que «el hospital» en el que acabaría trabajando era en el mundo entero.

 ¿Tal vez sea esa la clave para contagiar algo más que la gripe? ¿Darlo todo, darse todo? ¿Darlo, darse, con un poquito de alegría?

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s